BALONCESTO, LO MENOS IMPORTANTE DEL BALONCESTO
¡Baloncesto, lo menos importante del baloncesto!
El “material”, dicho con todo el respeto del mundo por supuesto, más valioso en manos de un entrenador es el jugador/a. Mucho se habla entre los profesionales que enseñamos este deporte de los cambios que vemos entre los jóvenes de distintas generaciones. Entre los más viejos del lugar el comentario es muy concluyente, los chicos/as de ahora no son como éramos nosotros, son distintos y no les gusta el baloncesto tanto como nos gustaba a nosotros.
Sin lugar a dudas, el tema es extenso y complejo. Por lo tanto quisiéramos acotarlo y entrar solo en una parcela muy pero que muy delicada, que no es otra que el comportamiento del jugador en la práctica de nuestro deporte.
Somos conscientes de que el joven actual tiene a su disposición muchísimas más opciones de ocio de las que teníamos hace 20 años. También más obligaciones impuestas, por ejemplo académicas. De hecho pensamos que el baloncesto cada día está más encuadrado en el ocio y menos en el deporte y esto nos parece un error.
De hecho continuamente hay que explicar, la diferencia entre practicar un juego y un deporte. La diferencia es muy clara, para practicar el primero no se necesita nada especial, solo pienso en divertirme, no hay ansia de mejora, ¿para qué? si solo quiero jugar ¿para qué entrenar? si no necesito mejorar. El termino más correcto que le podríamos dar a esta práctica, sería pachanguear. Algunos padres interpretan las horas de entrenamiento como si fuesen de guardería y ponen el grito en el cielo cuando se les plantea entrenar más tiempo sobre todo en edades tempranas. Si con dos horas a la semana vale, ¿Para qué sirven dos horas de entrenamiento a la semana? Solo sirve para ver esos espectáculos que se ven en las canchas escolares y también federadas, que son un sucedáneo del baloncesto, salvo contadas excepciones. También sirven para que el jugador/a confunda la práctica del deporte con jugar y para que confunda la hora del entrenamiento con la hora de pasar el rato con las amigas/os.
Sin embargo para practicar bien un deporte se necesita aprender una disciplina, dedicación y esfuerzo. La diferencia es contundente. Léelo otra vez por favor, juego, deporte. Lo segundo es una especialidad para la que hay que prepararse, trabajar e incluso sufrir. A nadie se le ocurre apuntar a su niño a clases de karate y querer que en el primer mes compita y pelee. Todo el mundo asume que es una disciplina que requiere de tiempo para poder dominarla y para que no te partan la cara al competir, sin embargo en nuestro deporte los jugadores empiezan a competir sin tener la preparación adecuada y de esa forma se crean vicios que en algunos casos se mantienen siempre, ah y además te rompen la cara, sábado tras sábado, partido tras partido.
Hoy nuestra idea no es escribir sobre conceptos técnicos o tácticos, eso lo dejaremos para otra ocasión, queremos escribir sobre la actitud con la que muchos practicantes se mueven en nuestro deporte. Dependiendo de la actitud que mostremos podemos recibir muchas cosas o dejar de recibirlas.
¿De qué estoy hablando? ¿De un balón y una canasta? No, hablo de todos aquellos valores y de todas aquellas experiencias que birlamos a nuestros jóvenes simplemente por el hecho de tomarse muestro deporte como un juego y no como un deporte.
Continuamente se ven canchas semivacías a la hora de los entrenamientos porque los jugadores no acuden a entrenar, sin embargo es raro el caso del jugador que no acude a jugar, aunque también se da. ¿Por qué ocurre esto? Porque no queremos practicar un deporte con lo que eso conlleva, solo queremos practicar un juego. Vivimos en la sociedad del premio rápido, del no esfuerzo y del que me lo den todo hecho.
Quien quiere practicar un juego busca la menor y más insulsa excusa para no entrenar, prepararse, aprender, mejorar, como jugador y como persona. Cualquier china en el zapato es una buena razón para saltarse el entrenamiento de turno. Eso se llama ausencia de compromiso y ese es uno de los primeros valores de los que queremos escribir en este artículo.
Como muestra de la falta de compromiso un ejemplo: La pasada semana me encuentro por la calle con un amigo que hicimos juntos el segundo nivel de entrenador. A la pregunta de cómo le va con el equipo, entrena sénior femenino, me responde que está harto de algunas de sus jugadoras. Yo entreno sin cobrar un duro, me dice, y estoy siempre, en todos los entrenamientos y en todos los partidos, sin embargo ellas cuando quieren no entrenan con cualquier pretexto y si les da la gana se van de fin de semana y se ausentan del partido con el daño que eso le hace al equipo, comenta con tristeza. Yo personalmente a esto, finamente, lo llamaría falta de compromiso y a lo bruto, tener la cara más dura que el cemento armado. Todo tiene que estar dispuesto, el entrenador, el árbitro, al que encima me permito criticar, la liga, para cuando el señorito/a lo desee usar, pero si no lo deseo paso y me largo de despedida. En fin, este el resultado claro de tomarse la práctica de un deporte como un juego.
Compromiso: Obligación contraída por medio de acuerdo, promesa o contrato. Analicemos un segundo, muchas personas se quejan en el ámbito laboral de la falta de compromiso de algunos jóvenes en el trabajo. Y lo curioso es que en el baloncesto esta situación en muchos casos es defendida y aprobada por los propios padres. Si te comprometes, lo cumples, es lo que a mí me enseñaron y así sigo funcionando, si no puedo hacer algo, no me comprometo. Es que mi niño tiene que estudiar, te dicen. Y cuando le preguntas al adolescente si ha salido el sábado por la noche te dice que sí. Les liquidamos la capacidad de organización. Si yo estudio, practico un deporte y además quiero salir, me temo que todo es imposible. Por lo tanto, es necesario que el joven se organice, de prioridades y funcione en base a lo planificado. Se dan casos en los que les facilitamos que no practiquen deporte para estudiar pero el chaval sigue saliendo, permitimos quitar el tiempo a una actividad saludable para dedicarlo a una menos saludable y de paso evitamos el desarrollo de la capacidad de organización y del desarrollo del compromiso.
Responsabilidad: Cumplimiento de las obligaciones. Hecho de ser responsable de alguna persona o cosa.
He entrenado equipos que eran incapaces de responsabilizarse entre diez personas, de dejar un cuarto de balones recogido después de un entrenamiento. El baloncesto es una gran herramienta para aprender a ser responsable. Desde la preparación de una bolsa de deporte con todos los elementos disponibles para su práctica, incluida la ducha, hasta organizar turnos para llevarse y traer unos petos para lavar en casa. La ducha después de los partidos o entrenos es un rito que muchas padres, madres se han cargado para que sus hijos lo hagan en casa. Se pierde una gran oportunidad de convivencia y de formar un grupo, siendo responsables de la práctica de su deporte preferido. La responsabilidad de defender el nombre de un colegio, un club o incluso un pueblo es algo que debemos valorar mucho y conseguir que los jugadores se sienta orgullos y responsables de ello.
Buen comportamiento: El comportamiento es la manera de conducirse o portarse. Se trata de la forma de proceder de las personas frente a los estímulos y en relación con el entorno.
El primer comportamiento que debe aprender un jugador de baloncesto es la puntualidad, es increíble ver como hay equipos que cada uno llega a una hora. El segundo es vestir correctamente la indumentaria, la que corresponda en cada momento, mantener una uniformidad, higiene, compañerismo que no es más que pensar en los demás antes que en mi mismo.
El respeto a los compañeros, rivales, entrenadores, público y árbitros. Dejo a estos últimos para el final, pues son la figura que regula e impone las normas aunque solo sea en los partidos. Es una pena no poder contar con árbitros en algunos entrenamientos puntuales, eso daría calidad al entrenamiento, experiencia a los árbitros jóvenes y permitiría al jugador conocer mejor al árbitro y al árbitro mejor al jugador, se generaría dialogo y nos comprenderíamos mas mutuamente. Pero aquí nadie se mueve sin la pertinente “soldata” y estamos perdiendo una gran oportunidad.
Trabajo en equipo: Es la capacidad que nos permite relacionarnos y organizarnos con otras personas, aprender roles y caminar en pos de un objetivo común La sociedad es muy individualista. ¿Han leído esta afirmación antes? Nosotros tenemos una herramienta a nuestra disposición sensacional para que los jóvenes aprendan a trabajar y convivir juntos, con un objetivo común, que aprendan a disfrutar de los éxitos y a sobrellevar los fracasos en grupo. Compañerismo, generosidad, amistad son solo algunos de los valores que se adquieren cuando tienes un proyecto común con otras personas. La adquisición de roles por ejemplo, hay quien no llega a aprenderlo nunca, ni de adulto. Conocerse a uno mismo, sus virtudes y defectos, la autocorrección que nos permita crecer y ser autocríticos. ¿Han leído alguna vez que las personas no somos autocríticos y que siempre echamos la culpa a los demás? Pues es una realidad, primero echar balones fuera a ver si no me salpica la mierda, con perdón. Tenemos un deporte rico en estos valores que a veces desaprovechamos.
El desarrollo físico y psicológico: La práctica del baloncesto nos proporciona una oportunidad para crecer mentalmente con la práctica de tareas adaptadas a la edad del practicante y que aumentan progresivamente en dificultad. La complejidad técnica y táctica de nuestro deporte permite el desarrollo físico y mental de una forma realmente fascinante. Entender nuestro deporte requiere de una percepción muy especial del espacio, del movimiento, todo ello con muchas interferencias. La rapidez del juego requiere de un alto grado de atención y de un instinto para la rápida toma de decisiones correctas que nos puede servir en muchos aspectos de la vida. Pero todo esto no se cumple si hoy entrenamos y mañana no, pasado si y después tampoco. La práctica de cualquier deporte provoca lesiones, situaciones dolorosas físicamente y también anímicamente que permiten endurecer a la persona y asumir una situación negativa y transformarla en algo positivo. Por ejemplo motivar a tu equipo y sentirte útil aunque no participes en el juego.
Sin lugar a dudas estos valores dentro de los clubes deben ser transmitidos por la figura del entrenador y defendidos por la junta directiva que siempre debe estar velando que quien los trasmite lo haga en óptimas condiciones. Pero esto es imposible si los clubes no están bien organizados y los entrenadores bien formados. Si no conseguimos dignificar la labor del entrenador todo esto que hemos escrito es una quimera. Mientras el entrenador sea el saco de las hostias de padres, madres, directivos miedosos e incluso jugadores. Nunca podremos completar esta misión. No he conocido en Bizkaia un club que tenga un programa de formación para entrenadores, muchos ni siquiera lo tienen para jugadores. Pero lo que si he conocido es a muchos entrenadores que trabajan solos, sin ninguna orientación, ni ayuda por parte de su club. Por lo tanto perdemos una gran oportunidad de transmitir unos valores a nuestros hombres y mujeres del mañana ahora que son receptivos. Si eres alguien relacionado con nuestro deporte y tu hija/o practica baloncesto y lees este articulo, nos gustaría que lo tuvieses en cuenta cuando estés pensando en que no vaya a entrenar o a jugar y te des cuenta de que le privamos de vivir buenas experiencias y de desarrollarse como una persona con unos valores sólidos a través de sus compañeros y de la práctica del mejor deporte que existe.
Desde Zona Bizkaina querremos que te des cuenta que el baloncesto es lo menos importante del baloncesto. Lo realmente importante es todo lo que se puede aprender y ganar a través de este maravilloso deporte.
Tal vez algo no estemos haciendo bien, cuando un/a joven que calza unas zapatillas de 80€ no esté dispuesto a aprender, cambiar y crecer
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