Los bizkainos obtienen una importantisima victoria. Foto Juan Armentia

Jornada 9

La tarea tenía todas las dificultades del mundo en el a priori. Los sevillanos acudían a Bilbao ocupando el farolillo rojo de la competición y sin haber estrenado su casillero de victorias. Nadie apostaba un euro por que pudieran conseguirlo en Txurdinaga, pero tampoco eran muchos los que quisieran jugarse algo porque su derrota lo fuera de manera tan abultada. Por otro lado, el líder de la competición, el AMIAB de Albacete, tenía que derrotar al, hasta hace pocas semanas, invencible Ilunion. Y, encima, hacerlo en Madrid.

Para cumplir con la primera parte de la ecuación, el entrenador del Bidaideak, Esteban Núñez, transcribió en su pizarra los parciales que se requerían para poder aspirar al subcampeonato de invierno: 25 puntos a favor en cada uno de ellos y no más de 8 en contra. No había otra fórmula. Cómo lograrlo también lo enunció: intensidad defensiva, ritmo alto en las transiciones y buscar la mejor de las opciones ante el aro rival.

Lo cierto es que el guion se cumplió a la perfección y, minuto a minuto, los bilbaínos fueron haciendo brecha en el marcador de manera continua y sostenida. Al finalizar el primero de los parciales, con un 24 – 6, se atisbaba que la gesta era posible. Al descanso, con un 68 -15, ya parecía que era más que probable y, cuando terminó el tercero con un 80 -25, casi segura. Los últimos 10 minutos, no hicieron más que corroborar lo pautado por Núñez, y cuando a falta de 20 segundos, el marcador indicaba el 102 – 39, el gran capitán de los de negro, Asier García, decidió congelar el balón para reseñar así que la misión se había cumplido y agradecer, también con este gesto, a los rivales el titánico esfuerzo por mantenerse con dignidad en cancha a pesar del correctivo. Se precisaban 63 puntos y 63 se habían conseguido. Ni uno más. No hacía falta.

Bidaideak había conseguido su record de puntuación en un partido de División de Honor y ganar el average general con quienes competían en la tabla clasificatoria. Ahora sólo precisaban la derrota de ILUNION. 5 minutos de espera y confirmación final de que los manchegos se habían llevado los puntos. La ecuación se había resuelto siguiendo el guion: los bizkainos conseguían el honorífico título de subcampeones de invierno y garantizaban que en la Copa no se tendrán que enfrentar a los campeones más que en una hipotética final.

Los de negro jugaron un partido intenso en todas las facetas del juego. Resaltó especialmente el trabajo de Asier que lideró todas las clasificaciones: 29 puntos, 8 asistencias y 7 rebotes. Lo de este chico no tiene nombre. A la calidad que atesora hay que sumarle, siempre, su casta. El bilbaíno se subía a la silla después de pasar una noche de hospital por un cólico nefrítico y desde áquella dictaba una magnífica lección de juego y compromiso. Sabía que su equipo necesitaba de su garra y liderazgo para alcanzar el objetivo y que no era día para quedarse en la cama. Su ejemplo fue el mejor de los argumentos para que el resto del equipo se contagiara de su garra, y, así, todos los que salieron –la plantilla completa salvo el lesionado Xabi Iragorri- dieron de sí todo lo que pudieron. El jovencísimo Manu Lorenzo, con 24 puntos en su favor y 5 rebotes, realizó el mejor de sus partidos vestido de negro y destacaron también en el balance ofensivo, Turek (20 puntos), Txema Avendaño (10) y David Mouriz (9).

Con este partido, se cierra el año deportivo del Bidaideak que ha servido para consolidarle en la élite estatal del baloncesto en silla de ruedas. El 2018 será año de nuevos retos e importantes desafíos para este equipo, que, con modestia pero con perseverancia, va subiendo, peldaño a peldaño, en prestigio y consideración.

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